
Las décadas de 1960 y 1970 fueron años de expansión en el automovilismo estadounidense.
Esta colección recorre ese momento crucial del automovilismo estadounidense con la mejor selección de modelos de las grandes marcas: Chevrolet, Ford, Plymouth, Pontiac, Oldsmobile, Dodge o AMC.
El Ford Mustang revolucionó el concepto de automóvil deportivo cuando salió al mercado en 1964. Su éxito en ventas fue inmediato y sus posibilidades como coche deportivo llamaron la atención de la compañía Shelby American, propiedad de Carroll Shelby.
El Chevrolet Camaro de segunda generación ofreció a los clientes de la marca un comportamiento en carretera más emocionante gracias a numerosos ajustes en el chasis. La versión Z/28, además, fue creada para alcanzar la misma potencia que los primeros muscle cars.
El Dodge Charger fue uno de los primeros muscle car del grupo Chrysler. Presentado en 1966 y construido sobre el chasis de la berlina Coronet, en 1968 recibió un potente motor V8, similar al utilizado en las carreras de la NASCAR, así como la denominación R/T, siglas de Road/Track (carretera y circuito).
En 1963, Chevrolet lanzó la segunda generación del Corvette, la primera en utilizar el apellido Sting Ray. Al descapotable se unieron la versión cupé y una variante con techo rígido. Las tres se desarrollaron sobre un nuevo chasis diseñado por Zora Arkus-Dontov, el hombre que creó también la primera generación del coche.
El Pontiac Firebird fue uno de los pocos deportivos que sobrevivió al fin de la era de los muscle cars y que se vendió durante toda la década de 1970. Sus motores V8 perdieron potencia, pero las versiones Trans Am, con sus águilas doradas sobre el cofre o capó continuaron cautivando a un público ávido de conducir.
Chevrolet fabricó, en 1969 y 1970, 4.475 unidades de uno de los muscle cars más potentes de la historia: el Chevelle SS 454, un cupé de gama media transformado en deportivo de altas prestaciones gracias a la adopción del motor V8 454 LS6 de 7,4 litros y 450 cv de potencia de General Motors.
Lanzado a mediados de 1969 como modelo 1970, el Dodge Challenger se situó en la gama de modelos deportivos de la marca por debajo del ya existente Charger y adoptó el nuevo chasis Type E del Grupo Chrysler, desarrollado por los ingenieros de Plymouth para la tercera generación del Barracuda.
En 1968, los modelos de la Serie A de las distintas marcas de General Motors, entre ellos el Pontiac GTO, recibieron una actualización completa. La carrocería de este modelo adoptó una línea fastback y la distancia entre ejes se redujo 8 cm para quedar en 2,84 metros.
Que el Ford Mustang haya inaugurado el segmento de los pony cars en Estados Unidos es algo que casi nadie discute. Y que el Mustang haya aumentado la potencia de sus motores para convertirse en el paradigma de los muscle cars es también evidente. No obstante, el Plymouth Barracuda se adelantó dos meses al lanzamiento del Mustang y, como aquel, se transformó también en un muscle car.
Una carrocería inspirada en el concept car Shark II, por supuesto de fibra de vidrio, motores V8 (los de seis cilindros ya eran cosa del pasado) y un enfoque a medio camino entre el muscle car y el gran turismo definió la tercera generación del Corvette, una de las más longevas de la historia de este icónico modelo y, según muchos especialistas, la más lograda de todas.
El Ford Torino, nombre que homenajeaba a la considerada capital italiana del automovilismo, se lanzó en 1968 como modelo intermedio de la marca.
El Dodge Charger Daytona de 1969 fue, sin duda, uno de los muscle cars más originales. Su particular carrocería, en la que destacaban el morro largo y afilado y un enorme y muy elevado alerón trasero, lo desmarcaba por completo de cualquier otro coche del mismo tipo, salvo de su hermano gemelo, el Plymouth Superbird, lanzado con las mismas características que el Daytona un año después.
El Mercury Cougar Eliminator fue uno de los pocos muscle cars producidos por la marca intermedia del Grupo Ford. Lanzado en 1969 sobre la base de la primera generación del Cougar, disponía de motores V8 de hasta 335 cv procedentes del Ford Mustang con el que compartía, además, la plataforma.
Lanzado con un retraso considerable con respecto al Ford Mustang con el que pretendía competir, el Javelin era un pony car, es decir, un coche deportivo económico orientado a un público joven. Sobre la base de este modelo, sin embargo, AMC desarrolló auténticos muscle cars de elevadas prestaciones.
La primera generación del Chevrolet El Camino, una pick-up derivada de una berlina, se lanzó en 1959 para competir con el Ford Ranchero, presentado dos años antes. A mediados de la década de 1960, en plena expansión de los muscle cars, Chevrolet lanzó una versión El Camino SS con un V8 de 350 o 375 cv.
El Pontiac Tempest GTO, lanzado en 1964, está considerado como el primer muscle car. Esta definición se aplicaba a las versiones más potentes de los modelos de la llamada gama intermedia fabricados en Estados Unidos a partir de mediados de la década de 1960 y hasta la llegada de la crisis petrolera de 1974.
El Dodge Coronet es el perfecto ejemplo de muscle car. Miembro de una familia de modelos del segmento medio, el cupé Coronet recibió motores V8 de gran cilindrada e incluso la versión de calle del propulsor Hemi de competición. Sus versiones R/T y Super Bee fueron las más extremas.
A pesar de que el Ford Mustang es considerado como el creador de la categoría de los pony cars o deportivos accesibles, el Plymouth Barracuda se lanzó dos meses antes que el emblemático modelo de Ford. Aunque se vendió menos que el Mustang, hay que considerarlo como uno de los precursores de la categoría.
Buick, la segunda marca más lujosa de General Motors después de Cadillac, entró muy tarde en el mercado de los muscle cars. Su GSX de 1970, no obstante, se considera uno de los modelos más emblemáticos de la época, y su motor V8 era el que más par ofrecía entre los modelos producidos en serie.
El Ford Mustang ha sido, desde 1964, uno de los grandes íconos del automovilismo estadounidense. La primera generación, que nació como un deportivo sencillo y accesible, mutó en un auténtico muscle car con poderosas versiones como las preparadas por Shelby o las Boss, que ofreció la propia Ford.
El Ford Fairlane era el modelo intermedio de la marca a mediados de la década de 1960 y, como la mayoría de los coches de su época, no escapó a la fiebre de los muscle cars. Los cupés GT y GTA venían equipados con motores V8 big block y el modelo de 1969, con los propulsores Cobra Jet que utilizaban los Mustang.
Con más de un millón de unidades fabricadas a lo largo de nueve generaciones entre 1963 y 1999, el Buick Riviera es uno de los mejores representantes de lo que los estadounidenses llamaron personal luxury car, es decir, un coche de lujo en formato cupé para clientes selectos y sin cargas familiares.
La primera generación del Pontiac Firebird, desarrollado conjuntamente con el Chevrolet Camaro, fue la respuesta de General Motors al éxito del Ford Mustang. Al igual que este último, pasó de ser un pony car, es decir, un deportivo económico pensado para gente joven, a un muscle car, un deportivo extremo, sobre todo en las versiones Trans Am de la segunda generación, equipadas con enormes V8 de hasta 7,5 litros y 350 cv de potencia.
Hermano gemelo del Dodge Daytona, al que sustituyó, el Plymouth Superbird estaba basado en la versión de serie del Road Runner. Su transformación se hizo conforme a las necesidades de los equipos que competían con él en la NASCAR, de ahí las dos características que lo definieron: el frente plano alargado y el descomunal alerón trasero.
El Ford Maverick era un coche modesto con motores de seis cilindros que, no obstante, recibió un propulsor V8 de 5 litros que lo convirtió en un aprendiz de muscle car. Económico en cuanto a precio y mantenimiento, tuvo un buen recorrido en el mercado con la versión Grabber como tope de gama.
Chrysler es la marca más lujosa y exclusiva del Grupo Chrysler desde la desaparición de Imperial. Por esta razón, sus modelos nunca fueron coches de corte deportivo, como tampoco lo fueron los de Cadillac (General Motors) o Lincoln (Grupo Ford). Una de las pocas excepciones fue el Chrysler 300 Hurst de 1970.
El Road Runner representó una vuelta a los orígenes dentro del segmento de los muscle cars. Con un equipamiento básico, un motor potente y un precio competitivo, este Plymouth fue un gran éxito de ventas. Además, por un módico aumento, los clientes podían encargarlo con el motor Hemi® de 425 cv.
El Oldsmobile Toronado es de esos coches que se han hecho un hueco en la historia del automovilismo estadounidense por su innovación tecnológica. Formalmente, era un gran cupé de cuatro plazas sin excesivas pretensiones deportivas; estéticamente, rompía algunos moldes pero sin salirse de lo habitual en una época de gran creatividad. Lo más sorprendente, no obstante, era el hecho de ser el primer coche americano con tracción delantera desde 1931.
La colaboración entre American Motors y el popular preparador Hurst, iniciada con el SC/Rambler, continuó en 1970 con el desarrollo de una versión muscle car del AMC Rebel equipada con un motor V8 de 340 cv. De este modelo, económico y orientado a un público joven, se fabricaron tan solo 2.300 unidades.
En la década de 1980, en la que la industria estadounidense adoptó los motores de bajo consumo y se generalizó la tracción delantera, el Buick Regal Grand National desafió los convencionalismos y recuperó la esencia de los muscle cars, salvo por un detalle: su insólito motor V6 turbo.
Un Chevrolet Camaro con el motor de 7 litros del Corvette. Esta receta, que hubiera permitido a General Motors crear un rival a la altura del Mustang Shelby GT500, no partió de la marca, sino de algunos concesionarios que interpretaron libremente el pedido de modelos a la fábrica. Así nació el increíble Camaro ZL1.
El Mercury Cyclone, que nació como una versión deportiva del Comet, alcanzó el rango de modelo independiente en 1968 y se convirtió en uno de los pocos muscle cars que ofreció la marca intermedia del Grupo Ford, especialmente con las variantes Spoiler y GT. En 1971, el Cyclone se integró a la gama Montego.
El año 1969 fue el momento álgido de los muscle cars. A Ford le pareció que con las versiones Shelby, las Boss y la GT de base no bastaba para afirmar la supremacía del Mustang frente a sus numerosos rivales, así que añadió una nueva variante de altas prestaciones bajo la forma de un paquete opcional. Su nombre: Mach 1.
Un nuevo chasis, una nueva carrocería más acorde con la época, motores diferentes y, sobre todo, el regreso de la versión descapotable caracterizaron al Corvette de cuarta generación, la segunda más longeva de la historia de este mítico deportivo estadounidense después de la tercera, a la que reemplazó.
El éxito del Ford Mustang en el mercado estadounidense obligó a General Motors a responder a la marca del óvalo con un rival directo en el menor plazo de tiempo posible. Así, utilizando la plataforma F ya existente, GM lanzó no uno, sino dos anti-Mustang: el Chevrolet Camaro y el Pontiac Firebird.
El Oldsmobile Cutlass, el modelo intermedio de la marca, tenía numerosas versiones muscle car. La más desconocida, por su rareza (se fabricaron poco más de 1.000 unidades), era el W-31. Equipado con un motor de 5,7 litros y 350 cv, no llegaba a la potencia de su hermano mayor, el 442.
Las marcas estadounidenses de un mismo grupo, como Ford y Mercury en este caso, suelen compartir modelos. Ejemplo de ello es el Comet, un Ford Maverick con los ingredientes habituales en un Mercury: más equipamiento, más confort y menos prestaciones. El apellido GT, sin embargo, está sobrevalorado.
Chevrolet vendía desde 1959 el coupé utility El Camino, un vehículo con la parte delantera de una berlina y la parte trasera tipo pickup. GMC, la marca de vehículos industriales de General Motors, decidió incorporar ese modelo a su gama a partir de 1971 bajo el nombre de Sprint.
Carburador de 4 cuerpos, caja de cambios de 4 marchas y 2 salidas de escape. Esas tres cifras explican el nombre de este Oldsmobile. El 442, que nació como versión deportiva del Cutlass, tuvo estatus de modelo propio entre 1968 y 1971, justo en los años de mayor popularidad de los muscle cars.
La crisis petrolera de 1973, que derivó en un aumento del precio de la gasolina y de los seguros, liquidó casi por completo el segmento de los muscle cars. Algunos de ellos, adaptados a todo tipo de restricciones normativas, permanecieron, no obstante, en el mercado. Es el caso del Chevrolet Camaro Z28.
En 1968, Shelby pensó que sería una buena idea instalar el motor Cobra Jet de 428 pulgadas cúbicas en su versión GT500 del Mustang. Nació así el KR (siglas de “King of the Road”, es decir “el rey de la carretera”), del que se construyeron unas 1.000 unidades entre la carrocería cupé y la descapotable.
Las siglas GS significan Gran Sport y se utilizaron para denominar a las versiones más potentes de diferentes modelos de la gama Buick en las décadas de 1960 y 1970. El Skylark GS, en sus versiones 340, 350, 400 y 455, fue, junto al GSX, el más genuino representante de la marca en el segmento de los muscle cars.
Versión deportiva del económico Plymouth Valiant, el Duster, con su motor de 340 pulgadas cúbicas que desarrollaba 275 cv SAE brutos, fue uno de los muscle cars más accesibles del mercado en un momento en el que las elevadas primas de los seguros encarecían este tipo de coches.
En 1970, en pleno apogeo de los muscle cars, Oldsmobile lanzó un paquete opcional llamado Rallye 350. Disponible tanto para el Cutlass Coupé como para el F-85, en ambos casos incluía el motor V8 de 310 cv y la carrocería pintada en un llamativo color amarillo Sebring.
El Cobra es un automóvil tan popular como desconcertante. Contrariamente a lo que muchos piensan, no es un coche americano, sino británico; no es un Ford, sino un AC; apenas ganó carreras y muchos de los que circulan por las carreteras son réplicas de los originales. Y a pesar de todo ello, no ha dejado de ser un mito.
El Ford Mustang de segunda generación pasó de ser un muscle car de aceleraciones impresionantes a un tranquilo cupé de prestaciones mediocres como consecuencia de la crisis petrolera de 1974. Las versiones Cobra II intentaron reverdecer los laureles de los Mustang de primera generación, sin embargo, su V8 rendía apenas 140 cv.
Los Chevrolet Camaro, Chevelle y Nova modificados por Yenko se cuentan entre los muscle cars más exclusivos. Lo que mucha gente ignora, sin embargo, es que Yenko desarrolló también una preparación para el Vega, el más modesto de los Chevrolet de la época. Bautizado como Yenko Stinger, se fabricaron apenas 400 unidades.
No solo las grandes marcas estadounidenses fabricaron muscle cars en la época dorada de finales de la década de 1960 y principios de la siguiente. Varios distribuidores importantes modificaron en sus propios talleres algunos de los pony cars de la época para darles el aspecto y las prestaciones de un muscle car.
El reglamento deportivo obligó a Ford a construir unidades de serie del GT40 para mantener su homologación como coche de competición. La marca, por lo tanto, produjo una serie corta de vehículos de calle que, en contra de lo previsto, tuvo muchos problemas para encontrar compradores.
Los llamados “Personal Luxury Cars” fueron una tipología de vehículos desarrollada en Estados Unidos a raíz del éxito de la segunda generación del Ford Thunderbird, lanzado en 1958. Este coche, reconvertido de dos a cuatro plazas, multiplicó sus ventas con el cambio y el resto de los fabricantes lanzaron modelos similares que fueron evolucionando con los años hasta consolidarse a finales de la década de 1960 y durante toda la siguiente.
Primer modelo de lujo de dos puertas y cuatro plazas de la marca (categoría que en Estados Unidos recibía el nombre de “Personal Luxury Car”), el Chevrolet Monte Carlo se vendió desde 1970 hasta 2007 a lo largo de seis generaciones. La que se lanzó en 1973 y se fabricó hasta 1977 fue la segunda de ellas.
En 2015, Ford anunció el lanzamiento de un nuevo GT, un superdeportivo que llegó al mercado dos años más tarde. Fabricado en serie limitada, cambió el tradicional motor V8 de las dos generaciones precedentes por un nuevo V6 turboalimentado que le proporcionaba unas impresionantes prestaciones.
Llamado como un concept car que causó sensación en la década de 1960, el Buick Wildcat apareció en 1962 como un nivel de equipamiento del lujoso cupé Invicta antes de convertirse en un modelo independiente a partir de 1963. Grande y lujoso, en 1967 exhibió una elegantísima carrocería fastback, muy a la moda, combinada con motores V8 de hasta 7,5 litros.
Antes de la llegada masiva de los muscle cars a finales de la década de 1960, marcas como Chevrolet ofrecieron a sus clientes versiones muy potentes de sus modelos más grandes. Es el caso del Impala que, desde 1961, se comercializó en la versión SS, dotada de motores V8 de 5,7 y 6,7 litros de hasta 425 cv.
La denominación GTX, aplicada en 1967 a una versión del Plymouth Belvedere, se convirtió pronto en el nombre de un muscle car movido por los motores HEMI V8 del Grupo Chrysler. El GTX se vendió como modelo independiente durante cuatro años para integrarse después en la gama del más exitoso Road Runner.
Es el Ford de serie más potente de la historia y, por supuesto, el Mustang más veloz que se ha fabricado. Se llama Shelby GT500 y bajo su cofre o capó se esconde un V8 de 5,2 litros sobrealimentado que genera 760 cv de potencia. Domar ese caballo salvaje exige temple y, sobre todo, mucha experiencia.
La versión ZL1, que incorpora el motor V8 sobrealimentado de 6,2 litros de cilindrada procedente del Chevrolet Corvette, es el Camaro más potente de la historia de este modelo. Tiene un propulsor de 650 cv que le permite superar holgadamente los 300 km/h de velocidad máxima.
El DMC DeLorean fue un coche deportivo estadounidense fabricado en Irlanda del Norte con diseño italiano y motor franco-sueco. Aunque era extremadamente original en sus características, por culpa de su falta de prestaciones y su pobre calidad de acabados resultó un estrepitoso fracaso comercial.
El Dodge Challenger se ha convertido en un mito en Estados Unidos, su principal mercado. Con menos ventas que sus dos grandes rivales, el Ford Mustang y el Chevrolet Camaro, el Challenger cuenta, sin embargo, con las versiones más potentes que se han realizado en el mercado de los muscle cars.
El Buick Century Free Spirit, lanzado en 1975, fue una edición especial conmemorativa que reproducía la estética del modelo de la marca utilizado como pace car en la edición de ese año de las 500 Millas de Indianápolis. Era un cupé de dos puertas con techo T-Top de la tercera generación del Century.
Se había rumoreado en varias ocasiones, pero Chevrolet siempre se había resistido a cambiar la configuración de motor delantero del Corvette… hasta que llegó la octava generación. El Corvette de 2019 dio el paso tan esperado por unos y tan temido por otros y se convirtió en el primer Corvette de motor central.
La tercera generación del Chevrolet Camaro, lanzada en 1981, se presentó como un cupé de cuatro plazas con portón trasero, movido por motores de cuatro, seis y ocho cilindros, todos ellos de baja potencia. A partir de 1985, no obstante, el Camaro recuperó parte de su reputación como muscle car gracias a la llegada de la versión IROC-Z.
Dodge presentó en el Salón de Nueva York de 2014 un completo rediseño del Charger, su berlina de gama media. Este coche sigue vendiéndose en la actualidad con diferentes acabados que van desde versiones familiares de tracción integral hasta auténticos muscle cars de alta potencia.
La quinta generación del Ford Mustang, lanzada en 2005 y desarrollada en innumerables versiones tanto de carrocería como de mecánica, se inspiró en la primera generación del modelo y supuso, en cierto modo, la recuperación de la esencia clásica de este mítico deportivo.
El Pontiac Firebird fue la respuesta de la marca al éxito del Ford Mustang y llegó al mercado acompañado de otro modelo de General Motors, el Chevrolet Camaro, con el que compartía el chasis. El Firebird se mantuvo a la venta a lo largo de numerosas generaciones hasta la desaparición de la propia marca Pontiac.
El Ford Fairlane Thunderbolt fue un coche de competición orientado a las carreras de aceleración desarrollado sobre la base de un modesto sedán de gama intermedia con carrocería de dos puertas. Se fabricaron tan solo cien unidades, todas ellas en 1964.
El Plymouth Satellite era un cupé intermedio en la gama del fabricante, y su versión Sebring fue la más equipada y atractiva si no consideramos como variantes de este modelo los muscle cars GTX, desarrollados sobre la misma base. En 1971, el Satellite estrenó una nueva carrocería de estilo “fuselaje”.
Comercializado entre 1994 e 2004, o Ford Mustang de quarta geração começou a recuperar, de maneira tímida, a personalidade dos Mustang muscle car da década de 1970. E as diferentes versões STV Cobra desenvolvidas pelo departamento de veículos especiais contribuíram decisivamente para isso.
Fabricado entre 1968 e 1970, o AMC AMX foi o único muscle car de dois lugares da época. Barato e voltado a um público jovem, o veículo tentou abrir um novo nicho de mercado dentro da categoria dos muscle cars, mas a fórmula não deu certo e o AMX não teve rivais nem sucessor na própria marca.
O Grand Prix foi um dos modelos de maior sucesso da marca Pontiac. Lançado em 1962, mudou de plataforma e tamanho em diferentes ocasiões ao longo de sete gerações, mas apenas a segunda e a terceira, fabricadas entre 1969 e 1977, tiveram versões dignas de ser consideradas muscle cars.
Transformado em full size usando a plataforma C-Body da Chrysler combinada com um motor de 426 polegadas cúbicas e 380 cavalos SAE brutos, o Plymouth Fury foi um dos primeiros muscle cars de tamanho grande desenvolvido por essa marca do Grupo Chrysler.
Em 1971, a Plymouth lançou uma nova geração do Road Runner. Disponível apenas na versão cupê, ele era o modelo de acesso à gama muscle car da marca. O seu preço atrativo combinava-se à possibilidade de instalar os lendários motores HEMI do Grupo Chrysler.
O Chevrolet Corvette C4, que tem esse nome por ser a quarta geração desse emblemático esportivo, manteve o espírito da geração anterior, mas adotou carroceria e motores em sintonia com uma nova era no mercado. Assim, esse novo Corvette conseguiu se manter como referência entre os esportivos norte-americanos.
El Pontiac Fiero fue un coche tan revolucionario como incomprendido, tan alabado por sus innovadoras características como rechazado por el público a nivel de ventas. Se fabricó desde 1983 a 1988 en dos variantes de carrocería diferentes y se eliminó del catálogo después de más de 370.000 unidades producidas en cinco años.
El Chevrolet Nova fue el modelo de acceso a la gama Chevrolet a partir de 1968. Se trataba de un coche de precio accesible que se vendió con carrocería sedán de cuatro puertas y como cupé con línea fastback. La versión SS se convirtió en uno de los muscle cars más económicos de su tiempo.
Trans Am es una denominación histórica que se asoció a todas las generaciones del Pontiac Firebird, el cupé deportivo de la marca. Con este nombre se designaron tradicionalmente las variantes verdaderamente deportivas, los auténticos muscle cars de las primeras generaciones, y también coches simplemente de carácter más deportivo en las siguientes.
Con 355 cv de potencia, fruto de su motor de siete litros “prestado” por los coches patrulla que Ford fabricaba para las fuerzas del orden estadounidenses, el Shelby GT500 fue el Mustang más potente de su tiempo: un auténtico muscle car pensado para disfrutar al volante sin límites.
El Dodge Charger, un cupé de línea fastback lanzado en 1966 sobre la plataforma del Coronet, se convirtió en uno de los primeros muscle cars de Chrysler al adoptar, en 1968, un bloque V8 procedente de las series NASCAR. La versión con este motor se llamó R/T, siglas de Road/Track.
Los muscle cars desaparecieron con la crisis del petróleo en 1974. Sus elevados consumos y los encarecidos precios de los seguros hicieron que muchos de ellos dejaran de fabricarse. El Chevrolet Camaro siguió en la oferta de la marca, pero dejó de ser un muscle car.
El Dodge Dart era un coche de gama media que llegó a América del Sur a finales de la década de 1960. El modelo se fabricó en Brasil como tope de gama de la filial local del Grupo Chrysler y era distinto de su homónimo vendido en Estados Unidos. Para Brasil, disponía de un motor V8 de 5,2 litros de cilindrada.
Saleen, una empresa dedicada a realizar preparaciones deportivas sobre la base de los modelos Ford, lanzó en 2005 el S281, un Mustang de elevadas prestaciones al que se le modificaron tanto el chasis como la mecánica para ofrecer ese “algo más” que buscaban aquellos que no se conformaban con un Mustang de serie.
El Pontiac Ventura fue el modelo básico de la gama del fabricante estadounidense entre 1971 y 1977. Ofrecido en versiones sedán de cuatro puertas y cupé con carrocería sedán o hatchback, era un modelo clónico del Chevrolet Nova, al que nunca consiguió igualar en las cifras de ventas en Estados Unidos.
El Fury, un modelo de larga tradición en la marca Plymouth, se reconvirtió en 1975 en un coche más compacto basado en la plataforma B del Grupo Chrysler. La versión Sport, pese a su denominación, no era una versión deportiva, sino el acabado más lujoso para las variantes con carrocería cupé.
Lanzado como coche global en Europa y en Estados Unidos sobre una plataforma compartida con Mazda, el Ford Probe fue un modelo de éxito moderado del que se vendieron dos generaciones entre 1989 y 1997. Su practicidad y su avanzada tecnología no convencieron a un público seducido por el Mustang.
La segunda generación del Pontiac Firebird se lanzó en 1970 y fue una de las más longevas, ya que se fabricó hasta 1981. Se ofreció en cuatro versiones: básica, Esprit, Formula y Trans Am. Para los que no podían acceder, por cuestión de precio, a un Trans Am, la versión Formula era un excelente sucedáneo.
El Ford Gran Torino fue uno de los muscle cars más interesantes de la época dorada de este tipo de coches. Siempre a la sombra del Mustang, el deportivo por excelencia de la marca, fue un coche más grande y más habitable al que le llegó la fama mucho más tarde y gracias al cine.
En 1971, la American Motors Corporation (AMC) lanzó la segunda generación del Javelin, un pony car más grande y pesado con motores de seis y ocho cilindros. Las versiones AMX de este modelo fueron algunos de los últimos muscle cars comercializados en Estados Unidos dignos de ese nombre.
El Beaumont SD fue un muscle car directamente emparentado con el Chevrolet Chevelle estadounidense y fabricado en exclusiva para el mercado canadiense. En total se produjeron 78.000 unidades de estos coches, de los que apenas 2.000 correspondieron a las potentes variantes SD.
Un modesto Rambler Rogue Coupé con el motor más potente del catálogo de American Motors: esta fue la sencilla fórmula utilizada por Hurst Performance para crear uno de los deportivos más singulares, el AMC Hurst SC/Rambler, un coche capaz de derrotar en aceleración pura a muchos muscle cars consagrados.
El Chevrolet El Camino fue un cruce entre una berlina y una pick-up que la marca estadounidense comercializó desde 1959 en Norteamérica. 1987 fue el último año de producción de la quinta y última generación, y la versión SS fue el canto del cisne para este peculiar automóvil que combinaba trabajo y ocio.
Pensado para las carreras de aceleración, el Dodge Challenger SRT Demon ha sido una de las versiones más extremas de este coche. Contaba con un motor V8 de 6,2 litros y hasta 840 cv de potencia, y sus prestaciones eran las más elevadas de un modelo de serie en el momento de su lanzamiento.
Las versiones RS (Rally Sport) del Chevrolet Camaro tenían un aspecto deportivo, pero solo eso, ya que mecánicamente no contaban con las mejoras técnicas que sí distinguían, por ejemplo, a los Z/28. Los RS, por lo tanto, no eran más que versiones de estética deportiva pero limitadas prestaciones.
El Pontiac GTO fue un modelo deportivo de elevadas prestaciones, pero de líneas discretas. Se ofreció siempre en forma de descapotable o de cupé fastback y sin montura central, de ahí el apelativo “Hardtop”.
El Ford Maverick Grabber fue la versión deportiva de un coche modesto, lanzado para competir con los vehículos japoneses y europeos de pequeño tamaño.
La apariencia de muscle car y un buen motor V8 convirtieron al Maverick Grabber en la opción de muchos clientes que no podían pagar un Mustang.
No es habitual que una marca de coches lance una serie limitada con el nombre de uno de sus concesionarios, pero eso es precisamente lo que hizo Chevrolet con el Corvette C4 Malcolm Konner Commemorative Edition en 1986. Y no era para menos, ya que ese concesionario era el que más Corvettes vendía del mundo.
El Buick Regal Grand National fue una rara avis de la producción estadunidense en la década de 1980. Un cupé de altas prestaciones con un motor V6 Turbo no era muy habitual en la época, pero todavía menos lo sería la versión GNX, la última de un coche que marcó una época casi sin pretenderlo.
El Ford GT de 2016 es uno de los superdeportivos más espectaculares de la producción mundial. Para dar todavía más exclusividad a algunas de las unidades fabricadas, Ford lanzó diferentes series especiales que evocaban los éxitos del Ford GT original en Le Mans. Son las Heritage Edition.
La crisis petrolera de 1973, que causó el aumento del precio de la gasolina y de los seguros, liquidó casi por completo el segmento de los muscle cars. Algunos de ellos, adaptados a todo tipo de restricciones normativas, permanecieron, no obstante, en el mercado. Es el caso del Chevrolet Camaro Z/28.
Hurst Performance, un fabricante de piezas y componentes para mejorar el rendimiento de coches de diferentes marcas, se asoció a finales de la década de 1960 con Oldsmobile para lanzar una serie limitada de muscle cars considerados entre los mejores y más exclusivos de su época.
Las 500 Millas de Indianápolis es una de las carreras más importantes del mundo y, sin duda, la más célebre de Estados Unidos. En esta prueba, el Pace Car, el coche de seguridad que neutraliza al pelotón cuando se produce algún incidente, cambia cada año. En 2020, el elegido fue el Chevrolet Corvette C8.
El Plymouth Barracuda Super Stock Test Mule fue, como su nombre indica, una “mula de pruebas”, nombre que reciben los vehículos sobre los que se prueban diferentes piezas de futuros modelos para conocer su efectividad o su desgaste. Este coche único fue restaurado y conservado y hoy todavía existe.
Chevrolet relanzó el Camaro en 2009. La nueva generación, con motores de seis y ocho cilindros, recuperó la esencia del muscle car de la década de 1960 con un diseño inspirado en el del modelo original. Y, para celebrar ese “renacimiento”, nada mejor que exhibirlo en las 500 Millas de Indianápolis como pace car.
Normalmente, las preparaciones de coches de competición suelen ser cosa de los equipos que los usan para correr. No obstante, en ocasiones, son las propias marcas las que los desarrollan. Es el caso del Corvette L88 para el AIR Team.
En las carreras estadounidenses, con interrupciones constantes y con grandes audiencias en directo y en televisión, los pace cars o coches de seguridad tienen un protagonismo indudable.
El Chevrolet Corvette C7, la séptima generación de este emblemático superdeportivo americano, fue la última con motor delantero y se fabricó entre 2014 y 2019. En 2015 se lanzó la versión extrema Z06, con el motor V8 sobrealimentado por un compresor y con una potencia de 650 cv.
Solo quince unidades del Chevrolet El Camino se reconvirtieron en la serie IROC-S, dotada de una decoración especial que le daba una apariencia similar al coche de seguridad utilizado en la Carrera de Campeones estadounidense IROC (International Race Of Champions). De la transformación se encargó Choo Choo Customs.
El Ford Falcon fue una berlina media fabricada por Ford en Estados Unidos y en países como México. Posteriormente, continuó su carrera con desarrollos locales en Argentina, donde se produjo hasta 1991, y en Australia, donde la producción cesó, tras innumerables generaciones, en 2016.
Tras años de desmesura en las dimensiones de los coches, a principios de la década de 1960, Dodge aplicó algo de “cordura” y lanzó la serie Dart con varias carrocerías, pero, en todos los casos, con un tamaño más reducido. A partir de 1963, los Dart cambiaron de nombre, pero no de filosofía.
El AMC Rambler solo se llamó así durante 1969. En los años precedentes, este coche, precursor de los vehículos compactos en Estados Unidos, se comercializó como Rambler American a lo largo de tres diferentes generaciones y fue uno de los modelos más internacionales de AMC.
Después de que el Chevrolet El Camino fuera el pace car de la IROC (International Race Of Champions) de 1984, este peculiar vehículo, mitad berlina, mitad pick-up, fue utilizado dos años más tarde como pace truck en las 500 Millas de Indianápolis con una llamativa decoración de color amarillo.
Pontiac respondió al éxito del Ford Mustang con su propio pony car al que llamó Firebird (pájaro de fuego). El coche era un desarrollo compartido con la otra gran marca generalista de General Motors, Chevrolet, que bautizó su modelo equivalente con el nombre de Camaro.
En 1974, Chevrolet decidió celebrar, con dos años de antelación, el segundo centenario de la creación de los Estados Unidos de América, y lo hizo con una serie especial de su pequeño Nova llamada Spirit of America. Blanco y con detalles de los colores de la bandera estadounidense, vendió casi 14.000 ejemplares.
En 1964, Ford revolucionó el mercado estadounidense con el lanzamiento del Mustang, un coche deportivo de dimensiones compactas, muy atractivo y de precio razonable. General Motors no lo veía venir, pero reaccionó tan rápido como pudo y en 1966 tuvo lista su respuesta: el Chevrolet Camaro.
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Una revisión detallada del modelo entregado en cada fascículo con su historia, sus características técnicas y su evolución, todo ello ilustrado con las más espectaculares fotografías exteriores e interiores del coche.
Descubre también la apasionante historia de ese segmento del automovilismo estadounidense explicada en interesantes artículos que recorren la trayectoria de sus marcas y de sus principales modelos. Innovación mezclada con tradición para configurar una industria líder a nivel mundial.
En un contexto social irrepetible… La compleja sociedad estadounidense de las décadas de 1960 y 1970 explicada a partir de los hechos más trascendentes que marcaron la pauta política y cultural de todo el planeta.
Un análisis de algunos de los temas más genuinamente estadounidenses, siempre relacionados con el mundo del automóvil y con la profunda transformación que este invento supuso en la evolución de la sociedad norteamericana.
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